Se abrió la veda.
El estruendo entre los allí presentes después de pronunciar esa frase fue tan sonoro que costaba escuchar lo que Bukele seguía diciendo después. Y en cuestión de minutos, como suele decirse, ardió Twitter. #Bukele, #El Salvador y #Bitcoin empezaron a ser tendencia a los pocos minutos evidenciando el revuelo que se había generado por aquella buena nueva que, según algunos, ponía en valor la lucha constante y titánica de la ‘comunidad Bitcoin’ para la adopción mundial de la divisa digital.
El mensaje telemático de Nayib Bukele fue reproducido durante la charla que estaba dando presencialmente Jack Mallers, otro aún más joven (27) emprendedor que ha estado haciendo una gran labor en El Salvador para divulgar Bitcoin en un país donde, según él mismo explicaba, más del 70% de sus habitantes está desbancarizado.
Bitcoin no necesita que el presidente de la República de El Salvador le otorgue la ‘condecoración’ de moneda de curso legal para funcionar
IV. Los bancos centrales están tomando cada vez más acciones que pueden dañar la estabilidad económica de El Salvador.
V. Para mitigar el impacto negativo de los bancos centrales se hace necesario autorizar la circulación de una moneda digital con un suministro que no puede ser controlado por ningún banco central y sólo se altera de acuerdo con criterios objetivos y calculables.
Vaya por delante que no quiero desmerecer el enorme trabajo de divulgación que hacen cientos de personas alrededor del mundo sobre cómo Bitcoin puede cambiar por completo el paradigma monetario y económico en el que vivimos, y entiendo también que cualquier noticia que se presuma positiva para una mayor adopción de la moneda digital sea celebrada con gran entusiasmo por gran parte de la comunidad.
Pero no les quiero pinchar el globo, Bitcoin no necesita que el presidente de la República de El Salvador le otorgue la ‘condecoración’ de moneda de curso legal para funcionar. De hecho, el trabajo que desempeñó Jack Mallers allí, ya evidenciaba que Bitcoin funcionaba libremente sin ningún permiso especial.
Bitcoin sólo funciona bajo una ley: Su código.
Entiendo que para muchos es un gran paso que un país oficialice su apoyo a Bitcoin, pero me van a permitir que coja esa euforia con pinzas, pues el gobierno de El Salvador sigue siendo un gobierno, con todos y cada uno de sus defectos.
No voy a entrar a valorar con qué intención hace este anuncio el señor Bukele, porque no estoy en su cabeza.
¿Querrá ayudar a sus ciudadanos a ser individuos soberanos? ¿Querrá que El Salvador se convierta en una especie de paraíso bitcoiner y se asegure, de paso, que la próxima conferencia mundial de Bitcoin se celebre allí? ¿Tendrá algo que ver que pueda eludir con Bitcoin las posibles sanciones internacionales interpuestas por otros países o instituciones?
La verdad es que ni lo sé, ni me importa.
Después de semejante anuncio, Bitcoin se comportó como ya estaba previsto: Los mineros competían entre sí para anclar bloques a la cadena a cambio de 6.25 bitcoins (+fees), los nodos validaban cada bloque como de costumbre y las transacciones entre pares seguían sucediéndose sin pausa como desde hace más de una década. Ni siquiera el precio, el indicador que más ruido hace cuando ocurre algún evento considerado relevante, se movió en un gran impulso hacia arriba empujado por la euforia.
Ya son muchos los que especulan lo que pasará a partir de ahora (que si otros países se subirán al carro, que si EEUU y China tomarán medidas para que reculen, que si los mineros migrarán masivamente hacia allí…)
Nadie en realidad lo sabe, pero insisto, la descentralización de la red Bitcoin alrededor del globo terráqueo hace que estos eventos mediáticos, cargados de marketing patrio, no influyan lo más mínimo en sus firmes fundamentos.
Es posible que los gobiernos necesiten a Bitcoin, pero Bitcoin no necesita a ningún gobierno. Quizá el anuncio de Nayib Bukele haya servido para que más gente se acerque a entender qué es esto del Bitcoin. Y quién sabe, a lo mejor muchos se dan cuenta de en lo que puede convertirse Bitcoin en un futuro no tan lejano. En “El Salvador” del dinero.