El pecado de la historia es la homogeneización

Todo evoluciona en la historia, incluso lo que es pecado

Todo evoluciona en la historia, incluso lo que es pecado

Hombre y mujer bañándose en una imagen medieval

La sexualidad es un tema que suscita oscurantismo a lo largo de los siglos. Casi siempre tendemos a pensar en que la sexualidad pasada fue peor que la nuestra, aunque creo que es una premisa errónea, ya que cada grupo y cada individuo desarrolla la sexualidad de manera diferente.

 

En la Edad Media esta sexualidad está marcada en los marcos colectivos por la Iglesia, o eso creemos. En el bajo medievo con la explosión cultural de las ciudades se va a desarrollar un cambio en el estereotipo de las relaciones.

 

Uno de estos casos, de nueva concepción del amor, lo demuestra la literatura, es la narración de Tristán e Isolda. Un amor pasional entre dos personas de distintas procedencias sociales. Además, en la narración se mezcla lo pagano con lo religioso donde triunfa lo pasional ayudado por una fuerza sobrenatural como explica García Pradas.

 

Se habla de una cierta “liberalización” del amor de la mujer en esta narración mitológica, porque se contrapone al discurso de la iglesia que es el predominante en esa época. En él tiene principal énfasis el concepto de “valle de lágrimas”, es decir, un mundo de sufridores que estamos predestinados a pecar.

Evolución de los pecados

Estos pecados han ido evolucionando a la medida que la iglesia lo ha hecho. Como explica Segura Graiño, estos han ido variando de los pecados de fe a los morales. En estos últimos entran los relacionados con la sexualidad, en especial, la femenina. Por ejemplo, el adulterio hasta fines del medievo era exclusivo de mujeres con un castigo que llevaba hasta la muerte.

 

Los pecados de tipo personal, que en gran medida están ligados a las mujeres, no se pueden disociar del pecado original cometido por una mujer, Eva, según la tradición judeocristiana. Por el cual, una mujer es la culpable de la expulsión del paraíso pese a la subordinación que tiene. Ya que no es hija de Dios, sino que nace de la costilla de Adán (que este sí es hijo de Dios al que se le asocia con una figura masculina).

 

Como imagen contraria a esta “pecadora” está María Magdalena, una mujer sometida a la voluntad divina y masculina. Por lo que el ejemplo a seguir en el medievo es la sumisión de la mujer al hombre y la Iglesia, en todos los estratos sociales. Frente a unos hombres que contaban con mayor disfrute de estos pecados.

 

Pese a esta tendencia predominante, algunas mujeres siguieron ejerciendo actividades que estaban castigadas por los pecados como pueden ser curanderas, celestinas o prostitutas. Por lo que, como podemos observar, todo en la Edad Media, como en el resto de la historia, no es homogéneo. Por ello, hay numerosas excepciones que probablemente sean muchas más de las que contemplamos hoy en día. La historia es la suma de muchas individualidades que se tiende a homogeneizar llevando a conclusiones erróneas.

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Historia

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