Las últimas noticias nos advierten de que el IPC ha llegado al 4%. Algo cuya responsabilidad recae parcialmente en la enorme subida de la electricidad de las últimas semanas. En total el precio ha aumentado un 293% con respecto al año pasado. Es en este contexto en el que las cosas parecen ponerse más feas para España y Portugal. Si bien es cierto que el problema de la luz está afectando, en general, a numerosos países europeos, a los peninsulares nos ha saltado una alarma de última hora.
Las tensiones entre Argelia y Marruecos van al alza, lo que ha provocado que el ministro de Energía argelino, Mohamed Arkab, haya amenazado con cortar el suministro de gas que circula por el gaseoducto del Magreb. Este, tras pasar por territorio marroquí, termina su camino en España nutriendo de gas a la península. Su capacidad es de 11 mil millones de metros cúbicos.
"El corte de suministro podría llegar a afectar al precio de la luz impulsando el aumento que llevamos viendo durante bastante tiempo"
Argelia es el principal proveedor de gas en nuestro país, acaparando en el año 2018 el 48,25% de las importaciones, es decir, prácticamente la mitad. Gas que se emplea en centrales de ciclo combinado para generar energía, las cuales representan el 17,5% del total de electricidad producida en España (dato de 2020). En definitiva, el corte de suministro podría llegar a afectar al precio de la luz impulsando el aumento que llevamos viendo durante bastante tiempo.
Pero queda una pequeña esperanza. No es el único camino que tiene el gas para llegar a España desde el norte de África, existe el gaseoducto del Medgaz que tiene como destino Almería, eso sí, con menor capacidad. El gobierno argelino, dado que no quiere que esto afecte a las relaciones con España, ha prometido aumentar la amplitud de este último conducto hasta conseguir entre 8 y 10 mil millones de metros cúbicos, además de querer compensar la pérdida con barcos de gas licuado.
Pese a todo es muy probable que ninguna de estas medidas sea suficiente y que el mercado se vea afectado igualmente. Los problemas pueden venir, por ejemplo, por el aumento de costes que supondría traer en barcos el gas natural licuado (hay que licuarlo para transportarlo y regasificarlo después en España).
Toda esta situación asusta y nos aleja del final del túnel. La crisis energética puede verse agravada por problemas diplomáticos que en principio nos resultan ajenos. Dependemos enormemente del exterior y de circunstancias lejanas, quizás la lección que nos deba dejar todo esto sea que es buen momento para plantearse el refuerzo de la generación mediante centrales nucleares en nuestro suelo, que en 2020 representaba el 22,2% del total de la producción eléctrica, la más numerosa. De igual forma habría que tratar de informar a la población sobre la enorme seguridad que hay en este tipo de plantas y lo necesario que sería su perfeccionamiento y desarrollo para tratar de ahorrarnos amenazas como esta.