En Las Ventas se vivió un recital de torería en tres tiempos: el primero, el tercero y el sexto. Morante y Ginés Marín fueron los maestros de ceremonias de la gloriosa tarde venteña. La tarde empezó con Morante intentándolo a la verónica, solo se quedó en el preludio de lo que vendría después. Colocó el toro para la primera vara y cuando salió, Morante lo volvió a intentar a la verónica a pies juntos y aquí si le salió un ramillete de verónicas con alguna que sienta catedra como la penúltima antes de la media. Luego llevo al caballo con un galleo apretado que fue un escandalo. Ya con la muleta, el de la Puebla lo intentó dejando alguna tanda buena, mejor por la derecha que por la izquierda. Una espada efectiva le brindo una oreja en las Ventas tras más de diez años.
El segundo momento de la tarde fue el quite del tercero. Ese cárdeno de Alcurrucen tenia un capote extraordinario, Morante se lo vio y haya que fue. Cuatro chicuelinas que fueron catedra del toreo y que fueron mejorando según iba pasando. La segunda y tercera son de esas que no se te van de la cabeza. Menudo escándalo montó Morante en Las Ventas. Ginés no tenía fácil responder al cigarrero, pero haya que fue. Empezó con una chicuelina, luego una gaonera y luego volvió a las chicuelinas ajustadas. El toro se rajó y no pudo hacer más.
Faltaba el sexto de Ginés, por nombre lleva "Secretario", no mostraba su calidad hasta que el extremeño le metió en los vuelos de su muleta. Si los vuelos. Marín toreo con los vuelos y al natural. Las Ventas se caía. A pesar de que empezó con un tanda por la derecha, enseguida descubrió que en la izquierda de Secretario estaba la magia del toreo. Le paso cerca, mecido con los vuelos, rectitud, pies juntos, riñones y profundidad, todo lo que daba el brazo. Detuvo el tiempo en la primera plaza del mundo. Una faena corta, pero rotunda. Si hay que poner un "pero" fue la espada que estaba algo trasera y rinconera que hizo que el toro tardará en caer. Sin embargo, Ginés había esculpido tales naturales que era muy difícil emborronar aquello, sobre todo porque en la cabeza del aficionado, lo vivido será difícil de olvidar.
Falta comentar la actuación de López Simón, pero lo mejor que se puede hacer es decir dos cosas. La primera es que tuvo un lote pésimo e imposible y la segunda es que con salir a píe de la plaza tiene que estar más que contento. El percance al inicio de la faena de muleta en los medios fue verdaderamente feo, obrándose el milagro en el albero de las Ventas.
La monumental de Madrid rugió y vivió lo que es el toreo bueno. Entró en éxtasis y guardó un silencio muy sevillano. El único momento que se rompió fue en la petición de devolución del cuarto de la tarde que era un manso de libro, porque no daba opciones a Morante para hacer nada. No estaba ni falto de fuerza, ni invalidó, lo único que era es que fue un manso y los toros por mansos no sé pueden devolver.
9ª de Feria de Otoño. "No hay billetes" al 50% del aforo. Toros de Alcurrucen para:
• MORANTE DE LA PUEBLA, oreja y silencio.
• LÓPEZ SIMÓN, saludos y silencio.
• GINÉS MARÍN, saludos y dos orejas.