Desde la llegada de este gobierno el ataque a nuestro sistema democrático ha sido constante. Un caballo de Troya que se ha instalado en nuestro sistema con un solo objetivo; poner en “jaque” el régimen que hoy conocemos. La izquierda siempre se ha caracterizado por manejar sus luchas en base a unos objetivos y de tener una hoja de ruta aprovechando las debilidades de la sociedad en su beneficio. Una sociedad que actualmente se encuentra exhausta tras experimentar dos crisis consecutivas.
La manera de comprobar nuestra salud democrática es sabiendo como se comportan las valoraciones de los ciudadanos en referencia al grado de legitimidad, descontento y desafección, teniendo que poseer valores aceptables para mantenerse estable. En este aspecto, el descontento muestra la insatisfacción del ciudadano por el rendimiento del régimen o de sus dirigentes en resolver los problemas básicos y la desafección hace referencia a los sentimientos de desconfianza hacia los representantes políticos y las instituciones, así como a su capacidad de respuesta.
En España desde la instalación de la democracia el descontento se ha comportado de manera coyuntural, fluctuando en relación con las crisis económicas o la insatisfacción con los gobiernos. Sin embargo, la novedad en esta última década es la desafección de la sociedad hacia las instituciones que señala una fluctuación al alza respecto a anteriores décadas, fenómeno que desde la llegada de la democracia se había mantenido estructural, ya que se trasmite por vía de la cultura política y no era sensible a los fenómenos sociopolíticos y económicos. Por ello, la socialización política es esencial para el apoyo del sistema democrático y para su estabilidad. Por lo que, todo sistema trata de inculcar a su sociedad en valores, creencia, actitudes y conductas que les vinculen y sean leales en su etapa adulta, trasmitiéndola de generación en generación, y asegurar así la persistencia a largo plazo de las instituciones democráticas con el fin de protegerla de las crisis económicas y políticas.
"La hoja de ruta de este gobierno se dirige a restaurar las condiciones ideales de la teoría marxista"
Lipset (1987) señala que la trasmisión de la cultura democrática depende de que sus ciudadanos valoren la efectividad del régimen en cumplir las funciones básicas que el ciudadano espera y la legitimidad del sistema político, es decir, la capacidad para mantener el prestigio de las instituciones como válidas para toda la sociedad. El autor indica que la democracia desarrolla un mayor crecimiento económico, una mejor distribución del reparto de ingresos que contribuye a la aparición de las clases medias, mejora los niveles de vida, tiende a desarrollar un mayor crecimiento económico y modera el conflicto social, ya que los ciudadanos premian a los partidos políticos más moderados y democráticos y castiga a los más extremistas.
Por ello, la hoja de ruta de este gobierno se dirige a restaurar las condiciones ideales de la teoría marxista, la coexistencia de solo dos clases sociales eliminando la clase media que impidió que la teoría funcionara en Europa. Pudiendo así implantar el discurso determinista apoyado en esa ruptura y llevándolo a un nuevo ordenamiento político, jurídico y social que conlleve a cambiar las causas y así los efectos. Una de esas causas la ha encontrado en el deterioro de las instituciones democráticas que se han ido produciendo tras la crisis que han sido derivadas por fenómenos políticos y no económicos, como muestra el estudio de (Megías, 2020).
Un cansancio social en el funcionamiento político en donde las líneas que separan a las instituciones y lo “político” se vuelven difusas. Un contexto que la izquierda está aprovechando con el objetivo de poner entre dicho nuestro sistema. Por tanto, el saneamiento de la salud democrática está en las manos de los políticos que deben estar a la altura de las circunstancias, llevando a buen puerto esa separación y poniendo en su centro de atención al ciudadano porque si no, se convertirá en un cambio silencioso que nos llevará a tener “pan para hoy y hambre para mañana”.
Referencias
Megías, A. (2020). No es la economía, estúpido. Una evolución del perfil del desafecto español pre y postcrisis. Revista Española de Ciencia Política, 52, 85-120. Doi: Disponible en: https://doi.org/10.21308/recp.52.04
Lipset, S. M. (1987). El hombre político: Las bases sociales de la política. Tecnos. https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=221208
Lipset, S. M. (2001 v. o 1959): “Algunos requisitos sociales para la democracia: desarrollo económico y legitimidad política” en Batlle, A. (2001): Diez textos básicos de ciencia política. Barcelona. Ariel. TY - JOUR