Dice la RAE que Surrealismo es: "Movimiento artístico y literario (...) que intenta sobrepasar lo real impulsando lo irracional y onírico".
Es imposible encontrar una mejor definición para los presupuestos generales del Estado presentados por el equipo de social comunistas para contentar a sus socios separatistas. Mientras las ministras de Sánchez hablan sin parar de la recuperación robusta y del aumento del empleo, los indicadores económicos, nos evidencian lo contrario y envían señales de debilidad.
Esto es siempre preocupante, pero con un nivel de duda del 119,6% sobre PIB, más aún. Es necesario incidir en este aspecto. En 2020 y 2021 debido a la situación excepcional de la pandemia, el BCE ha estado adquiriendo el 100% de la deuda española, es decir, pagando la fiesta. Esto es una política muy expansiva que no es posible prolongar de modo indefinido.
No solamente por las propias cuentas europeas sino por el entorno internacional. Esta semana hemos conocido que la Reserva Federal americana la "Fed" va a reducir en 15.000 millones al mes su programa de compra de deuda. Es decir, empieza el cambio de ciclo y ya se vislumbra la posible subida de tipos. Esta señal ha sido inmediatamente reflejada por el mercado de deuda americano con un aplanamiento de la curva.
En este entorno, la laxitud del Banco Central Europeo no se mantendrá mucho tiempo más y por eso, presentar unos presupuestos basados en el aumento del gasto y la mayor de las fantasías en la previsión de ingresos, es garantía de fracaso económico.
En cuanto el BCE suba, aunque sea levemente los tipos, o deje de adquirir el 100% de la deuda, España entrará en graves dificultades financieras que estos presupuestos no pueden afrontar.
El motivo de alarma se encuentra fundamentalmente en el techo de gasto fijado por el gobierno. Nada menos que 196.142 millones de euros. Para tener una referencia clara, si miramos al período de 2011 a 2020, la media de techo de gasto fue de 124.400 millones. Incluso descontando este año la aportación de los fondos europeos, la cifra actual se quedaría por encima de 142.000 millones.
Lo más alarmante es, que la previsión de ingresos se basa en estimaciones que de ninguna manera se pueden cumplir: por ejemplo, se prevé un aumento en la recaudación por IRPF del 6,7% basado en un incremento bruto (imaginario) de la renta de los hogares del 3,5% que se producirá por la (hipotética) creación de empleo. Otra previsión del mismo estilo es la de aumento de recaudación por impuesto de sociedades en un 11,8% debido al incremento en los beneficios empresariales, cosa que con el actual nivel de impuestos y de encarecimiento de costes, es inviable. En resumen, a medida que se avanza en el análisis de estos presupuestos, es mayor la sensación de estupor que se apodera de cualquiera que tenga mínimos conocimientos de la economía española.